lunes, 5 de julio de 2021

Inspiración  |  El trabajo doméstico no es pesado. La propaganda impide que nos convirtamos en artistas de nuestros propios hogares.


    El trabajo doméstico, contrario a lo que se piensa muchas veces, por lo general en realidad deja mucho tiempo libre, y esto lo demuestra el hecho de que muchas mujeres y muchos hombres pasan un buen tiempo de ocio tomando mate, viendo redes sociales en el celular, arreglándose para determinados eventos sociales y haciendo tortas para la merienda y el desayuno.


    Las tareas domésticas no son pesadas, y de hecho muchas veces son un placer. Lo digo por experiencia propia. Tengo una quinta con varias casas, de lo cual muy posiblemente se dice que es mucho trabajo. No es mucho trabajo si se hace de a poco y libremente, como yo lo hago, como mi familia lo hace.

    Por ejemplo, me siento muy bien cuando barro, es una tarea liviana, y puedo pensar en muchas cosas mientras barro. Me siento bien cuando cocino, en especial cuando preparo una torta: me permito un poco de creatividad y le pongo de todo lo que hay dulce y lácteo, hasta que tengo mucha masa en el recipiente, y eso hace que salga una torta alta y esponjosa y rica. Y cuando rastrillo las hojas, pienso muchas cosas. Si limpio las ventanas, es cierto que rehuyo hacerlo, pero no puedo considerar eso un trabajo pesado: es simplemente agarrar un liviano trapo mojado y pasar a los interiores de las ventanas para sacarles el polvo. 


    Y lo mejor de todo es que la casa se puede administrar como uno quiera. Podemos hacer inventarios de cosas, acomodar la despensa como queremos, ordenar los objetos de la manera que nos resulte más estética, ¡para mí definitivamente es un trabajo liviano y hermoso!


    La única manera en que el trabajo doméstico no sea bonito es que tengas a una persona persiguiéndote con quejas y el no tomarte el tiempo para hacer las cosas de a poco.


    Las apariencias muchas veces engañan. La imagen de una mujer o un hombre limpiando un baño sugiere que la mujer o el hombre tiene el baño encima, como si fuera una carga muy pesada. No es así. Limpiar un baño no es pesado: consiste en pasar trapos con productos de limpieza en los elementos y listo. Y el asco es una actitud innecesaria que, así como se aprende, se puede desaprender. Además, el baño no se limpia muchas veces, sino una vez cada cierto tiempo. La limpieza general no incluye nada de eso, sino solamente barrer y limpiar el piso. 


    Pudiendo convertirnos en artistas haciendo de nuestros propios hogares obras de arte magníficas que proporcionan paz, estabilidad, armonía e inspiración, dejamos que la propaganda infunda en nosotros percepciones erróneas sobre la casa. La casa no es una cárcel, ni un lugar de esclavitud, sino que es nuestro hogar, el lugar donde generalmente pasamos la mayor parte de nuestras vidas, el lugar donde ocurren muchas cosas, el lugar donde podemos descansar, el lugar donde nos resguardamos del frío, de la lluvia, del calor y de muchos peligros, el lugar que proporciona una gran estabilidad a nuestras mentes. ¿Dejaremos que sea tan solo una habitación más, sin impregnarla de nuestro universo interior incluso en el baño? Obviamente debemos ordenar y embellecer nuestro universo interior primero, y luego llevarlo a nuestras casas. La casa es el centro de nuestro universo, la sede de al menos casi todas nuestras operaciones principales, el lugar donde nuestra presencia es casi siempre lo más importante. ¿Cómo no embellecerla con nuestro universo interior como se merece? Nuestras casas debieran ser, por así decirlo, la extensión de nuestro ser, y el centro y origen de todas las artes. 


    Pensemos nada más en las siguientes propuestas:

    La cocina podría ser el centro del arte de la comida. Allí podemos preparar los platos más exóticos si nos lo permitimos conforme al dinero que tengamos. Podemos ser chefs si así lo quisiéramos. 

    El baño debiera ser el lugar más catártico y terapéutico del mundo para nosotros, e incluso un lugar espiritual: si allí purgamos y limpiamos nuestra suciedad física, y debemos limpiar el lugar a la vez, ¿cómo no podremos allí purgar nuestra suciedad mental y emocional? Podríamos concentrar nuestras operaciones secretas y catárticas allí también y no tanto en nuestro dormitorio. Y si allí nos desnudamos para limpiar nuestros cuerpos, ¿por qué no podremos allí desnudar nuestras almas, librándolas de sus cargas, sus emociones desagradables y sus secretos? No debiéramos llamar a ese lugar baño, ese es un término demasiado ridículo y tonto para un artista de su propio hogar. Debiéramos llamarlo con un título incluso de carácter místico, como el Viaje Purificador, o el Valle Liberador. Pero no solamente llamarlo con un título místico, sino realmente ver ese lugar como un lugar de limpieza espiritual. 


    Nuestro dormitorio es para dormir y vestir, tradicionalmente. El dormir dirige al soñar, una actividad espiritual que libera al cerebro de ciertas cargas. Dormir ciertamente es como un viaje místico: nos quedamos quietos, y luego sentimos la profunda sensación de relajamiento, y si soñamos, vemos imágenes y situaciones claramente.

    El dormitorio debiera, pues, ser el lugar donde practiquemos el arte de la meditación para dormir, y el arte de dormir propiamente dicho. Podríamos practicar el preparar nuestros sueños de la noche (sí, creo firmemente en que eso se puede hacer con la debida enseñanza y la debida práctica). Nuestro universo onírico debiera impregnar ese lugar, no sin primero ordenar nuestro universo onírico y librarlo de sueños horribles y grotescos.

    Y si allí solemos vestirnos, debiera ser ese el lugar donde vestimos nuestras almas con el carácter que deseamos tener. 


    La sala de estar debiera ser un verdadero centro de quietud y tranquilidad. Allí compartimos la mayor parte de nuestros intercambios sociales junto con el comedor. Allí es generalmente donde escuchamos música. Pero creo que la música debiera ser una posibilidad a nuestro alcance en todas las partes de la casa, incluido el baño (lugar de purificación espiritual). 

    


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